Es breve, se centra en recuerdos del escultor y tiene una gran frescura en sus anécdotas, opiniones y su modo de ver la vida.
Hace continuas referencias a sus años de Paris, y a los muchos artistas con los que coincidió y se relacionó (franceses y españoles sobre todo; poetas, pintores y escultores, principalmente) que han sido nombres importantes en la configuración de la modernidad.
Habla de su infancia, de sus comienzos paupérrimos en Barcelona, su llegada a París, el traslado a Ceret...
La impresión que me ha dejado el libro ha sido similar a esa sensación tan agradable de pasar una tarde de verano en el jardín de unos amigos, charlando, sin prisa y con un personaje interesante que –en la confianza que genera la amistad– cuenta anécdotas y recuerdos de una vida llena.
Para mi ha sido descubrir a un personaje y pasar un buen rato. De él me ha gustado su modo sencillo de ver y contar las cosas, afortunadamente falto del glamour, la artificiosidad y el excentricismo que a veces se dan en los artistas.
Pienso que lo disfrutarán más quienes tengan un cierto conocimiento del idioma francés y aquellos a quienes les interese el ambiente artístico y bohemio del París de esa época.