sábado, 24 de septiembre de 2011

La niña del arrozal

Hace años lei varios libros de José Luis Olaizola que me gustaron mucho: La guerra del general Escobar, con el que ganó el Premio Planeta, Cucho, Planicio, Ciudadana mínima, La puerta de la esperanza, y algunos otros.
Asistí a alguna conferencia suya que dio en en San Sebastián, pero no he tenido ocasión de tratarle personalmente.
Admiraba (y admiro) su optimismo y su lenguaje directo y delicado a la vez.
Tuve bastante trato, eso sí, con su hermano Bibiano, protagonista en alguno de sus libros, que me sacaba cincuenta años pero con el que charlé en numerosas ocasiones, hasta su fallecimiento, sobre su variopinta e increíble vida en la que hizo de todo.

Hace poco me enteré que José Luis había fundado la ONG  Somosuno para ayudar a salvar de las redes de la venta para la prostitución a niñas tailandesas. Eso me hizo aumentar mi admiración y pensé que en algún momento escribiría algún libro con esta temática. Es un asunto duro y difícil que no me deja en absoluto indiferente y sobre el que ya he reseñado un libro en el blog.

Acaba de sacar ese libro esperado. Se titula "La niña del arrozal". Con la introducción que he hecho pienso que no necesita más presentación.
Os animo a leerlo. Es para todos los públicos y está basado en una historia real. Lo trata con delicadeza, quizá con excesiva delicadeza, pero suficiente como para ver que es un asunto sin resolver del que muchos occidentales son responsables por su connivencia activa o pasiva con esas mafias de traficantes.

martes, 13 de septiembre de 2011

Un libro duro, de guerra

Cada cierto tiempo leo algún libro bueno que me ayude a mantener mi antibelicismo. Porque pienso que la guerra es absurda.
Pero es evidente que parece inevitable que haya guerras, como se ha demostrado a lo largo de toda la historia de la Humanidad.
Me resulta imposible, ahora, ver romanticismo en una guerra. Entiendo que haya quien disfruta con las tácticas, estrategias, despliegues, armas, bombardeos... pero, ahora, soy incapaz de ver cualquier guerra sin pensar en muertos y heridos, familias rotas y personas humanas desechas física o emocionalmente quizá para siempre.

Y sin embargo, hay quien se apunta a la guerra voluntarimente con fervor y pasión, y no son necesariamente gente mala. Y hay quien va obligado pero se queda.
Si el tema de la guerra desapareciera de la literatura, sobrarían más de la mitad de las bibliotecas del mundo.

Todo este rollo para decir que he leido un libro que se titula GUERRA, y que cumple perfectamente ese papel de hacerte pensar "y todo esto para qué?".
Un periodista americano, Sebastian Junger, se ha pasado varios meses en un pequeño puesto avanzado del ejército americano en un valle de Afganistán cerca de la frontera con Pakistan. Convive día a día con una pequeña unidad de soldados, absolutamente expuesta a las armas de los talibanes, y que han tenido una media de bajas superior al 50 por ciento.
¿Y qué hace ahí ese periodista? es también una buena pregunta. Además hay un cámara y han grabado cientos de horas para hacer un documental impresionante que se titula Restrepo.
Pero la cuestión es que relata la vida diaria de esos chicos, con lo que él ve y con lo que ellos le cuentan, tensión y aburrimiento. soportar días tiediosos, tiroteos mortales, patrullas de las que se sabe que alguno no volverá, hambre y sed, recuerdos, noches sin dormir...
Pienso que en sí mismo tiene interés conocerlo. Para saber que está ahí, aunque sea absurdo.
Me ha parecido interesante su reflexión del porqué aguantan y vuelven. qué sienten hacia sus compañeros y por qué muchas veces no son capaces de reincorporarse a lo que nosotros llamamos "vida normal".

Un libro duro, no apto para todos, pero que gustará al que le vaya el tema por alguna razón, aunque sea, como yo, para seguir sin entender la guerra.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Un libro que merece la pena leer


 Acabo de leer un libro de los que merecen la pena. Hacía años que sabía de su existencia, pero no lo había tenido nunca en las manos. Se titula “Requiem por Nagasaki”.

Es una historia real, no novelada. El protagonista es Takashi Nagai, un joven médico japonés, especialista en Rayos X, casado y con dos hijos, al que la bomba atómica de Nagasaki sorprendió en su trabajo. No lo mató, pero sí que quedó muy afectado, aunque siguió trabajando y escribió varios libros mientras pudo, hasta su muerte seis años más tarde.


Pero esto quizá no dice mucho. Una de las cosas que más me han sorprendido es que hay un dicho en Japón, en las conmemoraciones de los aniversarios de las bombas atómicas, que es algo así como En Hiroshima se grita, en Nagasaki se reza”. Y que fue precisamente la actitud de este médico Takashi, la que más contribuyó a que el terrible ambiente post-bomba se convirtiera en una posibilidad de mejora para la gente.

El epicentro de la bomba de Nagasaki estuvo cerca de la catedral católica de Urakami que quedó arrasada. Takashi Nagai, era un converso al catolicismo, que pasó los últimos años de su vida tumbado en una humilde cabaña por sus graves dolencias. A pesar de eso, en un país mayoritariamente budista y sintoísta, le nombraron héroe nacional.

Pienso que esta historia gustará y ayudará a muchos, pero quizá lo entiendan mejor los que conozcan más la fe católica. Una fe que Nagai supo unir estrechamente con su mentalidad japonesa. También se explican en el libro muchas cosas interesantes de costumbres japonesas de todo tipo.

No es un libro fácil, es más bien duro. Está escrito hace treinta años por Paul Glynn, un sacerdote Marista australiano que vivió 20 años en Japón.
Se sigue reeditando y no me extraña porque, como he dicho al principio pienso que vale la pena leerlo. Es de esos libros que ayuda a mantener la fe en las inmensas posibilidades de cada persona humana.